15/4/08

NOTAS DE PRODUCCION II: LIMPIEZA EN EL ESTUDIO. Por Antonio Futuro

Volvemos con las notas de producción, esta vez para tratar el tema de la higiene y la limpieza en el entorno de trabajo, esto es: el estudio. Puede parecer que no tiene mucho que ver con el tema de la producción, pero trabajar en un entorno limpio y ordenado influye mucho más de lo que algunos creen o –por su propia conveniencia- están dispuestos a admitir.

Para empezar aclaremos que estamos tratando de una producción de nulo presupuesto, lo cual nos coloca en un estudio propiedad de la banda que cumple a la vez la función de local de ensayo, no sólo de Fundación Tony Manero, si no también de Chocadelia Internacional y de Los Fulanos, esto implica que por ese espacio transcurren entre veinte y veinticinco personas diferentes. Y además resulta que casi todas son músicos.

El músico por naturaleza (con honrosas excepciones) es una persona despreocupada por la higiene de su entrono, lo que no quiere decir que también lo sea con la personal, aunque también se dan casos. No tengo la fortuna de trabajar con músicos de género femenino pero imagino que serán algo más limpias que los de género masculino ya que en general las mujeres tienden a ser más ordenadas e higiénicas que los hombres. El caso es que las actitudes más generalizadas respecto a la suciedad entre los habituales de Siberia (que así es cómo se llama el estudio) son las siguientes:
a) La ceguera selectiva: hacer como si no hubiera ceniceros rebosantes de colillas ni botellas y latas vacías amontonándose en los rincones.
b) La convivencia pacífica: disfrutar de la suciedad y convertirla en un colega más. Se dan casos de gente que bautiza a las bolas de polvo y traba con ellas amistades más profundas que con sus compañeros de grupo.

Pasemos ahora a categorizar el tipo de suciedad que se encuentra en un estudio, tenemos por un lado la suciedad “genérica”, la que se produce en cualquier espacio habitado, y por otro lado las suciedades “específicas” que genera cada tipo de músico.

1. Suciedad genérica:
1.1. Polvo. Un local de ensayo suele ser un espacio rebosante de instrumentos que además sirve de almacén de todos esos trastos inútiles que no tienen cabida en nuestros hogares, esto convierte la tarea de barrer en algo realmente pesado y que requiere unos preparativos más trabajosos que el acto de barrer en sí. La tendencia natural del músico a dejarlo todo por en medio no es, desde luego, de ningún tipo de ayuda para hacer la tarea más llevadera.
Debo mencionar aquí que barrer es una de las pocas cosas que, esporádicamente y sin ser coaccionado, hace alguno de los músicos de Siberia (Ernesto Wilson, percusionista de FTM, es un ejemplo), el problema es que no se enfrentan a ello con la profundidad que la tarea requiere (es decir: ¿para que mover nada, si el polvo que hay debajo del ampli no se ve?)
1.2. Envoltorios varios: Por otro lado tenemos el tema envoltorio de bebidas y repostería variada que suele quedar ahí donde fue consumida; es como si la enorme papelera que decora uno de los rincones del estudio fuera eso: decoración. Más irritante si cabe es la variante de dejar los envoltorios medio vacíos, como si alguien pudiera tener interés en acabarse media lata de cerveza caliente y desgasificada o en comerse un pastelito semi roído y en avanzado estado de putrefacción.
1.3. Ceniceros. Los fumadores tienen la convicción –salida no se sabe muy bien de donde- de que los ceniceros se vacían por si solos, así que no hay necesidad de tirar su contenido a la papelera, pasado el tiempo adecuado las colillas pasarán del estado sólido al gaseosa por efecto de algún extraño proceso químico. Todo esto es aplicable al tipo de fumadores que conocen la existencia y utilidad de los ceniceros, también están los que creen que el suelo es un gran cenicero dispuesto a acoger alegremente los despojos de sus cigarros.
1.4. Lavabo. Por último tenemos el tema del lavabo. Un lavabo es algo que a nadie le apetece limpiar –menos aún sin cobrar por ello- ya que la idea de estar limpiando los restos de las aguas menores y mayores de veintipico personas no es muy atractiva. La única contraprestación es la sensación de bienestar y calidad de vida que da un lavabo limpio.
Después de convivir durante muchos años con un lavabo heredado de El Último De La Fila que directamente era imposible de limpiar (demasiada mierda acumulada) nos hicimos con un flamante lavabo nuevo gracias a unas reformas del local que llevamos a cabo hace poco más de un año. Pues bien, en ese lapso de tiempo las veces que ese lavabo ha sido limpiado a fondo pueden contarse con los dedos de una mano, lo cual nos lleva a que el pobre inodoro está en camino de dejar de ser flamante para pasar a ser un digno heredero de su predecesor. Una pena.

2. Suciedad específica. Pasemos ahora a enumerar los tipos de suciedad que generan los músicos en función del instrumento que tocan:
2.1. Baterías. El principal problema de los baterías es el denominado “efecto astillero”, esto es, los restos de las baquetas que machacan tocando su instrumento caen, por efecto de la ley de la gravedad, al suelo y normalmente ahí quedan. La excusa de que debajo de su instrumento hay una moqueta que recoge las astillas es pobre y de poco fundamento. Por otro lado hacen gala de una tendencia a acumular objetos de extraña procedencia y dudosa utilidad en el rincón que ocupa su instrumento como cajas de cartón, periódicos (todo el mundo sabe que los baterías no saben leer) o bolígrafos (todo el mundo sabe que tampoco saben escribir).
2.2. Percusionistas. El problema que generan los percusionistas es parecido al de los baterías pero en menor medida ya que suelen tocar la mayor parte del tiempo con las manos. En realidad los percusionistas ya tienen suficiente pena con ser percusionistas, así que no haremos más leña del árbol caído.
2.3. Guitarristas y bajistas. El principal despojo que generan aquellos que tocan instrumentos de cuerdas son, precisamente, los restos de cuerdas rotas que se ven obligados a cambiar para poder seguir realizando su labor. Desde luego cambiar una cuerda es una tarea tan titánica que pedirles que luego tiren la cuerda inservible o el sobrecito de papel en la que viene la nueva es, no nos engañemos, pedirles demasiado.
2.4. Teclistas. Los teclistas no generan suciedad específica por el instrumento que tocan, ya que los teclados son –por suerte- objetos que no se desgastan en exceso. Pero por otro lado aquellos que los tocan tienen cierta tendencia a consumir bebidas y alimentos cuyos envoltorios suelen quedar al lado del teclado (véase punto 1.2)
2.5. Vientos. Los instrumentos de viento tienden a condensar en su interior partículas de la saliva del músico creando el conocido efecto “babilla”. Esa “babilla” debe ser expulsada del instrumento por compartimentos diseñados a tal fin ya que dejarla dentro afecta negativamente el sonido del instrumento. Por supuesto estamos hablando de músicos, así que lo natural en ellos es dejar caer esa “babilla” sobre el flamante parquet que tanto esfuerzo nos costó (a Deliciosa, Marc, Dani Doc, Ginés y a mi) colocar provocando una antiestética y desagradable mancha. No puedo dejar de hacer notar que después de muchas quejas he conseguido que Tom Johnson (trombonista de FTM y Fulanos) utilice una palangana en los ensayos para tirar las “babillas”, aunque sospecho que sólo lo hace cuando estoy yo delante, ya que sigo encontrándome desagradables restos de “babilla” en el suelo. Supongo que tocar con una palangana roja delante le hace sentirse ridículo o poco cool.
Es de justicia, antes de cerrar este punto, decir que el problema “babilla” es intrínseco de los instrumentos de viento metal (trompetas, trombones, cornetas…) y no se aplica a los de viento madera (saxofones, clarinetes…) por lo que Ginés Brown, saxofonista de FTM, queda exento de este punto. Su particular aportación a nuestro problema son los innumerables despojos que deja su compulsiva fabricación de porros, restos de papel, trocitos de cartón, tabaco, etc… (Por supuesto no es el único que manufactura porros, pero si el que más cantidad por minuto es capaz de liar)
2.6. Cantantes. Es bien sabido que los cantantes no son músicos, pero con el fin de hacer esto más corto los incluiremos en esta sección. Los cantantes no tienen instrumento (bueno, si que tienen, pero lo llevan encima… dentro del cuello quiero decir), así que su instrumento no ensucia. El problema es que los cantantes son sucios de por si. Su presencia en cualquier lugar asegura bebidas derramadas, comida regurgitada por el suelo y tazas del váter salpicadas. Una notable salvedad a esta regla es Paquito Sex Machine, persona pulida donde las haya y que sería incapaz de dejar caer la ceniza de su cigarrillo al suelo.

En fin, ahí queda ese entrañable repaso a los hábitos higiénicos (o mejor: a la falta de ellos) de los músicos. Espero que ninguno de mis compañeros se sienta herido por lo arriba escrito ni piensen que desvelo demasiadas intimidades. Me ha parecido que podía resultar interesante para los no iniciados conocer más sobre las costumbres de esa extraña raza de seres conocida como músicos.

Hasta la próxima!